jueves, 26 de noviembre de 2009

Una posible explicación a la Homofobia

La homofobia es un tema que definitivamente se las trae, creo que la posición que dice que uno critica en otros lo que más odia en si mismo no está muy alejada que digamos...

Y es que la homofobia nos lleva al cuestionamiento mismo de nuestra posición ética, ética en la que debería de reinar el deseo, en sentido lacaniano, pero en el que la conversión del sujeto en objeto se hace palpable.

Precisamente en ese transitar por el deseo, objetivo del psicoanálisis diría Lacán... Trabajo de Sisifo diría yo... en la web encontré este artículo, es de un blog con el muy poético nombre de "Un día lluvioso de julio..." Se titula Sí, la homosexualidad es mala porque la biblia lo dice, pero…17 Octubre 2009 · 2 comentarios
Publicado originalmente por Cape Town Lesbians (“relinkeando” de el Daily Atheist), traduzco para mis escasos lectores los argumentos acerca de lo que dice la biblia acerca de la homosexualidad.

¿Está cansado de que las personas usen versículos de la biblia y a la religión como una excusa para condenar la homosexualidad? Bueno, esto es algo con lo que me encontré hace muchos años y aún río cada vez que lo leo.

En su programa de radio [Vermont, USA], la Dra. Laura Schlesinger afirmó que, como judía ortodoxa, la homosexualidad es una abominación de acuerdo a Levítico 18:22, y no puede ser perdonada bajo ninguna circunstancia. La siguiente respuesta es una carta abierta a la Dra. Laura, escrita por un residente de Estados Unidos, la cual fue publicada en internet. Es divertida, así como informativa:

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Querida Dra. Laura:

Gracias por sus grandes esfuerzos para educar a las personas con respecto a la ley de Dios. He aprendido mucho con tu programa y he intentado comopartir lo que sé con la mayor cantidad de personas, simplemente les recuerdo que en Levítico 18:22 claramente se establece que es una abominación… y fin del debate.

Sin embargo, necesito su consejo con respecto a otros elementos de la leyes de Dios y como seguirlas.

1. En Levítico 25:44 se afirma que puedo tener esclavos, tanto varones como mujeres , siempre y cuando sean adquiridos de naciones vecinas. Un amigo mío dice que esto se aplica a mexicanos, pero no a canadienses. ¿Podría aclararlo? ¿Por qué no puedo tener canadienses?

2. Me gustaría vender a mi hija como esclava, como se permite en Éxodo 21:7. En estos tiempos, ¿cuánto cree que sería un buen precio por ella?

3. Sé que no me es permitido tocar a una mujer mientras que esté en su período impuro de menstruación – Levítico 15:19-24 -. El problema es: ¿cómo saberlo? He intentado preguntar, pero la mayoría de las mujeres lo considera ofensivo.

4. Cuando quemo un novillo en el altar como sacrificio, sé que este crea un olor placentero para el Señor – Levítico 1:9 -. El problema es por mis vecinos. Ellos dicen que el olor no les agrada. ¿Debo castigarlos?

5. Tengo un vecino que insiste en trabajar en el Sabath. En Éxodo 35:2 claramente se establece que deberá ser castigado con la muerte. ¿Estoy moralmente obligado a matarlo yo mismo o debería pedirle a la policía que lo hiciera?

6. Un amigo mío siente que aunque comer mariscos [animales que carecen de aletas y escamas] es una abominación – Levítico 11:10 – esta es una abominación menor que la homosexualidad. No estoy de acuerdo. ¿Puede arbitrar esto? ¿Existen grados de “abominación?

7. En Levítico 21:20 se estipula que no puedo acercarme al altar de Dios si tengo algún defecto en mi visión. Tengo que admitir que uso lentes para leer. ¿Tiene que ser mi visión 20/20 o hay algún margen de maniobra?

8. La mayoría de mis amigos varones tienen su cabello recortado, incluyendo el cabello alrededor de sus sienes, aunque ello esta expresamente prohibido por Levítico 19:27. ¿Cómo deberían morir?

9. Sé por Levítico 11:6-8 que tocar la piel de un cerdo muerto me hace impuro, ¿puedo jugar fútbol americano si uso guantes?

10. Mi tío tiene una granja. Él viola Levítico 19:19 al plantar dos diferentes cosechas en un mismo campo, y también mi esposa al usar ropas hechas de dos materiales diversos (una mezcla de algodón y poliéster). Él también tiene la tendencia de maldecir y blasfemar mucho. ¿Es realmente necesario molestarme en reunir a todo el pueblo para matarlos a pedradas? Levítico 24:10-16. ¿No podríamos solamente quemarlos hasta morir como un asunto familiar privado, como hacemos con las personas que duermen con sus suegras?(Levítico 20:14)

Sé que usted ha estudiado estas cosas exhaustivamente y así dispone de considerable experiencia en tales asuntos, así que estoy confiado que puede ayudarme. Gracias de nuevo por recordarnos que la palabra de Dios es eterna e inmutable.

Su adorado admirador.

J. Kent Ashcraft

miércoles, 4 de noviembre de 2009

Sobre lo desechable

Este es un escrito de Eduardo Galeano, está muy bueno:

Para mayores de 40

Lo que me pasa es que no consigo andar por el mundo tirando cosas
y cambiándolas por el modelo siguiente sólo porque a alguien se le
ocurre agregarle una función o achicarlo un poco.
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> No hace tanto, con mi mujer, lavábamos los pañales de los críos, los colgábamos en la cuerda junto a otra ropita, los planchábamos, los doblábamos y los preparábamos para que los volvieran a ensuciar.
>
> Y ellos, nuestros nenes, apenas crecieron y tuvieron sus propios hijos se encargaron de tirar todo por la borda, incluyendo los pañales.
>
> ¡Se entregaron inescrupulosamente a los desechables! Si, ya lo sé. A nuestra generación siempre le costó tirar. ¡Ni los desechos nos resultaron muy desechables! Y así anduvimos por las calles guardando los mocos en el pañuelo de tela del bolsillo.
>
> ¡¡¡Nooo!!! Yo no digo que eso era mejor. Lo que digo es que en algún momento me distraje, me caí del mundo y ahora no sé por dónde se entra. Lo más probable es que lo de ahora esté bien, eso no lo discuto. Lo que pasa es que no consigo cambiar el equipo de música una vez por año, el celular cada tres meses o el monitor de la computadora todas las navidades.
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> ¡Guardo los vasos desechables!
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> ¡Lavo los guantes de látex que eran para usar una sola vez!
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> ¡Apilo como un viejo ridículo las bandejitas de espuma plástica de los pollos!
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> ¡Los cubiertos de plástico conviven con los de acero inoxidable en el cajón de los cubiertos!
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> ¡Es que vengo de un tiempo en el que las cosas se compraban para toda la vida!
>
> ¡Es más!
>
> ¡Se compraban para la vida de los que venían después!
>
> La gente heredaba relojes de pared, juegos de copas, vajillas y hasta palanganas de loza.
>
> Y resulta que en nuestro no tan largo matrimonio, hemos tenido más cocinas que las que había en todo el barrio en mi infancia y hemos cambiado de refrigerador tres veces.
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> ¡¡Nos están fastidiando! ! ¡¡Yo los descubrí!! ¡¡Lo hacen adrede!! Todo se rompe, se gasta, se oxida, se quiebra o se consume al poco tiempo para que tengamos que cambiarlo. Nada se repara. Lo obsoleto es de fábrica.
>
> ¿Dónde están los zapateros arreglando las media-suelas de los tenis Nike?
>
> ¿Alguien ha visto a algún colchonero escardando colchones casa por casa?
>
> ¿Quién arregla los cuchillos eléctricos? ¿El afilador o el electricista?
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> ¿Habrá teflón para los hojalateros o asientos de aviones para los talabarteros?
>
> Todo se tira, todo se desecha y, mientras tanto, producimos más y más y más basura.
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> El otro día leí que se produjo más basura en los últimos 40 años que en toda la historia de la humanidad.
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> El que tenga menos de 40 años no va a creer esto: ¡¡Cuando yo era niño por mi casa no pasaba el que recogía la basura!!
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> ¡¡Lo juro!! ¡Y tengo menos de... años!
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> Todos los desechos eran orgánicos e iban a parar al gallinero, a los patos o a los conejos (y no estoy hablando del siglo XVII)
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> No existía el plástico ni el nylon. La goma sólo la veíamos en las ruedas de los autos y las que no estaban rodando las quemábamos en la Fiesta de San Juan.
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> Los pocos desechos que no se comían los animales, servían de abono o se quemaban. De 'por ahí' vengo yo. Y no es que haya sido mejor. Es que no es fácil para un pobre tipo al que lo educaron con el 'guarde y guarde que alguna vez puede servir para algo', pasarse al 'compre y tire que ya se viene el modelo nuevo'.
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> Mi cabeza no resiste tanto.
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> Ahora mis parientes y los hijos de mis amigos no sólo cambian de celular una vez por semana, sino que, además, cambian el número, la dirección electrónica y hasta la dirección real.
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> Y a mí me prepararon para vivir con el mismo número, la misma mujer, la misma casa y el mismo nombre (y vaya si era un nombre como para cambiarlo) Me educaron para guardar todo. ¡¡¡Toooodo!!! Lo que servía y lo que no. Porque algún día las cosas podían volver a servir. Le dábamos crédito a todo.
>
> Si, ya lo sé, tuvimos un gran problema: nunca nos explicaron qué cosas nos podían servir y qué cosas no. Y en el afán de guardar (porque éramos de hacer caso) guardamos hasta el ombligo de nuestro primer hijo, el diente del segundo, las carpetas del jardín de infantes y no sé cómo no guardamos la primera caquita. ¿Cómo quieren que entienda a esa gente que se desprende de su celular a los pocos meses de comprarlo?
>
> ¿Será que cuando las cosas se consiguen fácilmente, no se valoran y se vuelven desechables con la misma facilidad con la que se consiguieron?
>
> En casa teníamos un mueble con cuatro cajones. El primer cajón era para los manteles y los repasadores, el segundo para los cubiertos y el tercero y el cuarto para todo lo que no fuera mantel ni cubierto. Y guardábamos.. . ¡¡Cómo guardábamos!! ¡¡Tooooodo lo guardábamos!! ¡¡Guardábamos las tapas de los refrescos!! ¡¿Cómo para qué?! Hacíamos limpia-calzados para poner delante de la puerta para quitarnos el barro. Dobladas y enganchadas a una piola se convertían en cortinas para los bares. Al terminar las clases le sacábamos el corcho, las martillábamos y las clavábamos en una tablita para hacer los instrumentos para la fiesta de fin de año de la escuela. ¡Tooodo guardábamos!
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> ¡¡¡Las cosas que usábamos!!!: mantillas de faroles, ruleros, ondulines y agujas de primus. Y las cosas que nunca usaríamos. Botones que perdían a sus camisas y carreteles que se quedaban sin hilo se iban amontonando en el tercer y en el cuarto cajón. Partes de lapiceras que algún día podíamos volver a precisar. Tubitos de plástico sin la tinta, tubitos de tinta sin el plástico, capuchones sin la lapicera, lapiceras sin el capuchón. Encendedores sin gas o encendedores que perdían el resorte. Resortes que perdían a su encendedor.
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> Cuando el mundo se exprimía el cerebro para inventar encendedores que se tiraban al terminar su ciclo, inventábamos la recarga de los encendedores descartables. Y las Gillette -hasta partidas a la mitad- se convertían en sacapuntas por todo el ciclo escolar. Y nuestros cajones guardaban las llavecitas de las latas de sardinas o del corned-beef, por las dudas que alguna lata viniera sin su llave. ¡Y las pilas! Las pilas de las primeras Spica pasaban del congelador al techo de la casa. Porque no sabíamos bien si había que darles calor o frío para que vivieran un poco más. No nos resignábamos a que se terminara su vida útil, no podíamos creer que algo viviera menos que un jazmín.
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> Las cosas no eran desechables. Eran guardables. ¡¡¡Los diarios!!! Servían para todo: para hacer plantillas para las botas de goma, para poner en el piso los días de lluvia y por sobre todas las cosas para envolver. ¡¡¡Las veces que nos enterábamos de algún resultado leyendo el diario pegado al trozo de carne!!!
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> Y guardábamos el papel plateado de los chocolates y de los cigarros para hacer guías de pinitos de navidad y las páginas del almanaque para hacer cuadros y los goteros de las medicinas por si algún medicamento no traía el cuentagotas y los fósforos usados porque podíamos prender una hornalla de la Volcán desde la otra que estaba prendida y las cajas de zapatos que se convirtieron en los primeros álbumes de fotos. Y las cajas de cigarros Richmond se volvían cinturones y posa-mates y los frasquitos de las inyecciones con tapitas de goma se amontonaban vaya a saber con qué intención, y los mazos de naipes se reutilizaban aunque faltara alguna, con la inscripción a mano en una sota de espada que decía 'éste es un 4 de bastos'.
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> Los cajones guardaban pedazos izquierdos de pinzas de ropa y el ganchito de metal. Al tiempo albergaban sólo pedazos derechos que esperaban a su otra mitad para convertirse otra vez en una pinza completa.
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> Yo sé lo que nos pasaba: nos costaba mucho declarar la muerte de nuestros objetos. Así como hoy las nuevas generaciones deciden 'matarlos' apenas aparentan dejar de servir, aquellos tiempos eran de no declarar muerto a nada: ¡¡¡ni a Walt Disney!!!
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> Y cuando nos vendieron helados en copitas cuya tapa se convertía en base y nos dijeron: 'Cómase el helado y después tire la copita', nosotros dijimos que sí, pero, ¡¡¡minga que la íbamos a tirar!!! Las pusimos a vivir en el estante de los vasos y de las copas. Las latas de arvejas y de duraznos se volvieron macetas y hasta teléfonos. Las primeras botellas de plástico se transformaron en adornos de dudosa belleza. Las hueveras se convirtieron en depósitos de acuarelas, las tapas de botellones en ceniceros, las primeras latas de cerveza en portalápices y los corchos esperaron encontrarse con una botella.
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> Y me muerdo para no hacer un paralelo entre los valores que se desechan y los que preservábamos. ¡¡¡Ah!!! ¡¡¡No lo voy a hacer!!! Me muero por decir que hoy no sólo los electrodomésticos son desechables; que también el matrimonio y hasta la amistad son descartables.
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> Pero no cometeré la imprudencia de comparar objetos con personas. Me muerdo para no hablar de la identidad que se va perdiendo, de la memoria colectiva que se va tirando, del pasado efímero. No lo voy a hacer. No voy a mezclar los temas, no voy a decir que a lo perenne lo han vuelto caduco y a lo caduco lo hicieron perenne. No voy a decir que a los ancianos se les declara la muerte apenas empiezan a fallar en sus funciones, que los cónyuges se cambian por modelos más nuevos, que a las personas que les falta alguna función se les discrimina o que valoran más a los lindos, con brillo y glamour.
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> Esto sólo es una crónica que habla de pañales y de celulares.
> De lo contrario, si mezcláramos las cosas, tendría que plantearme seriamente entregar a la 'bruja' como parte de pago de una señora con menos kilómetros y alguna función nueva. Pero yo soy lento para transitar este mundo de la reposición y corro el riesgo de que la 'bruja' me gane de mano y sea yo el entregado.