viernes, 2 de noviembre de 2012

La Religión: un síntoma


La religión no es el opio del pueblo, es el Placebo del pueblo
Dr House

No escribo bajo la premisa de discutir existencias divinas o cosas por el estilo, yo tengo mi pensamiento al respecto, y no pienso obligar a nadie a compartirlo, nadie sufrirá eternamente o morirá por lo que piense, es decir que este es un ensayo intelectualmente peligroso y físicamente inocuo.
Sigmund Freud recurrió a la astronomía para decir que la repetición de los acontecimientos celestes daba una sensación de seguridad y era un ejemplo de la compulsión a la repetición, Jacques Allain Miller compara el síntoma con un cometa que regresa, impresiona, y se va, el cometa es sólo una piedra que vaga por el espacio a merced de leyes físicas, algunas conocidas otras en proceso de serlo. La religión no está exenta de estas características.
Si observamos las diferentes religiones que ha tenido la humanidad podemos ver que es algo que viene impresiona y se va, pero que tiene características propias de religiones que las antecedieron, luego estamos frente a la compulsión a la repetición. Son una roca (el síntoma) que vaga por el espacio y que reciben su significado del hombre que las observa. La religión viene a paliar necesidades humanas insatisfechas, llenas de dioses antropomorfos y la justificación perfecta para las debilidades humanas.
Tampoco podemos perder de vista que el síntoma no se mueve, que el síntoma permanece, que la roca siempre es la roca, y que el sujeto le pone significado mediante la palabra. Por eso desde que el hombre es tal la religión existe, siempre en aquello que no puede explicarse en ese momento. Ya paso el tiempo de la adoración al sol y a la lluvia, los dioses caen con el tiempo, y si la historia no se equivoca ese sería el destino de las religiones actuales. Aunque más que una caída hay que reconocer que lo que se ha dado es una substitución.
Este precisamente es el elemento que ha enfrentado el psicoanálisis con otras teorías, recordemos que el síntoma es una formación de compromiso, como tal logra tramitar lo que no podía ser tramitado por mecanismos “normales”, así que si yo acabo con el mecanismo de tramitación lo lógico sería entonces buscarse otro mecanismo. Es decir que si una religión se demuestra ineficiente para la tramitación mencionada me buscaré otra.
Generalmente nos resulta llamativo como las religiones que cuentan con grandes fracasos, en especial proféticos, siguen existiendo cada vez con más fuerza. Uno pensaría que esto fue su final. O como religiones llenas de casos de abusos sexuales a niños que han sido tapados hasta por sus máximos líderes sobrevivan.
Y es que la religión no es racional. Desde el principio los sujetos se preguntan por la inmanencia, por el porqué de los fenómenos o por la sanción ética y moral de su conducta (o afectos), así que la religión no tiene un valor como algo que haga contacto con la realidad, sino el valor de una realidad alternativa.
Freud hablaba de pérdida de la realidad psíquica, gráficamente sería que me creo la realidad, pero una parte central, que es precisamente donde está mi pulsión es escamoteada, sustituida por mi propia realidad, Freud llamaba a esto neurosis.
Si la neurosis está precisamente en un “pleito” con la figura del padre, entonces esta figura sufrirá una transformación… Padre bueno será Dios, Padre malo será el Diablo.
Los psicoanalistas hablamos de las neurosis según aquellos momentos en los que ocurrió el problema, así si una persona tuvo su “problema”, digamos, a los dos años, posiblemente desarrolle una neurosis histérica. Si una persona lo tiene en una edad en la que la función paterna adquiere importancia fundamental, posiblemente desarrolle una neurosis obsesiva, etc.
Toda neurosis tiene también cosas que pueden ser parte de otras neurosis, es decir que no hay tipos puros. Pues esto permite que la parte obsesiva se refleje en el ritual. Por eso Freud decía que la religión era la neurosis obsesiva de la humanidad, y la neurosis obsesiva la religión personal.




miércoles, 17 de octubre de 2012

Psicoanálisis y Religión


La religión es la Neurosis Obsesiva de la humanidad
Sigmund Freud



El ateísmo es uno de los problemas más graves de nuestro tiempo
Concilio Vaticano II



El que por simonía quisiera adquirir uno o muchos beneficios, se dirigirá a los tesoreros del Papa, que le venderán ese derecho a un precio moderado
Taxa Camarae (Papa León X)

Sé que esta afirmación no será del agrado de los creyentes, pero no podemos obviar que la religión es simplemente una cuestión metafísica, que carece de pruebas y cuyo fin, como instancia de socialización, es altamente discutible. En este post doy por un hecho que quienes lo lean son conocedores de aspectos mínimos del psicoanálisis y no pienso detenerme a explicar cada concepto.
Pensemos en los hombres primitivos, su carencia de religión los lleva a vivir en un medio no neurótico, el etnopsicoanálisis ha demostrado que en pueblos primitivos no existen los procesos esquizofrénicos.
Cuál es el problema acá? Freud consideraba la religión como una enfermedad de la sociedad, fruto y causa de la represión, y advertía contra la moral sexual enseñada por los católicos (nunca habló de los innumerables casos de abuso sexual). Pero hay puntos entre uno y otro que deben ser considerados y sus diferencias enfatizadas.
Además a nivel del espacio terapéutico los psicoanalistas tenemos que saber que estamos haciendo.
Puntos en común:
Para la religión la culpa es algo intrínseco que viene en el ser humano desde que nace, el pecado original, es decir, nadie es inocente. Para Freud no existe tal cosa como la inocencia, todos somos culpables de parricidio (generalmente inconsciente) y de albergar deseos edípicos.
En la religión Dios es un ente persecutor: “Dios te ve, Dios te vigila”, básicamente un big brother, para el psicoanálisis ortodoxo la persecución viene de una instancia psíquica, el superyo.
En la religión, se da el tema de la reparación de los pecados, “Jesús se sacrifica por los pecados”, en el psicoanálisis se da la reparación de los objetos (diría Klein).
En la religión, especialmente la católica, tenemos el asunto de la confesión, yo creo que no somos ajenos a aquellos pacientes cuya sesión es casi una confesión de pecados.
Ahora veamos en que puntos difieren:
El psicoanálisis no inventa la culpa, ni la forma de terminar con sus efectos, simplemente explica estos elementos desde el punto de vista del inconsciente y la pulsión, siendo su concepción científica cercana a la ciencia y no a la mística.
No habla del superyó como de un ente divino o proveniente de un dios cuya prueba de existencia es un libro que se valida a si mismo. Correctamente lo conceptualiza como los restos de un proceso edípico que encarna simplemente la prohibición paterna.
Los pecados no se reparan, precisamente partimos del hecho de que sus efectos están delimitados por la calidad de su elaboración, se reparan los objetos, pero esto es una relación con la realidad.
La confesión se queda simplemente en lo manifiesto, el discurso del paciente pasa por el filtro del análisis y se re-significa.
Personalmente no considero el psicoanálisis el método, sino un método. Para mí al menos, el que alcanza hasta el momento la mayor profundidad, podríamos pensar en el psicoanálisis no como una ciencia, positivistamente hablando, sino como una forma de acercamiento hermenéutico con la realidad.
La mejor definición viene de Freud, cuando dijo: “En sí mismo, el psicoanálisis no es religioso ni lo contrario, sino un instrumento neutral del que puede servirse tanto el religioso como el laico siempre que se utilice para liberar a los que sufren”.
Por lo tanto no hay cabida para dioses dentro de los procesos psicoanalíticos.

viernes, 6 de enero de 2012

Psicoanálisis del arte


Jacques Lacán definió lo Real como aquello que existe fuera del sujeto, un sujeto en lo real es un ser nombrado por el lenguaje y determinado por la estructura, el objeto es lo irrepresentable, que pugna por ser nombrado sin serlo. Lo imaginario es aquello que puede comprenderse, lo que está en un registro identificable, es decir objetos que están en lo real y que han sido aprehendidos por el sujeto, éste ya los posee y los entiende (desde su lenguaje), es algo fantasmático que puede identificarse con palabras, porque toda representación existe en tanto palabra. Lo simbólico es algo que dice que lo real está en el mundo, es algo que preexiste, lo simbólico, intenta nombrar, hacer presente, es lo que queda del objeto en lo real, implica por lo tanto la ausencia del otro y por esa falta es que existe, sostiene lo imaginario porque lo pone en el lenguaje.
Primero quiero aclarar que no puede hablarse de los registros “S” e “I” sin hablar del registro “R”, esto es precisamente el nudo borromeo, tres aros entrelazados, en los cuales si suelto uno se sueltan los otros.
Hagamos esto un poquito más gráfico, mediante un ejercicio mental, que no necesariamente es la explicación al fenómeno, es solo una ilustración. Diferenciemos primero lo Real de la Realidad, lo Real implica lo innombrable, pensemos en la muerte, la Realidad es lo que existe, pensemos en el árbol, este es nombrable, y bajo circunstancias normales es solo un árbol. En un parque hay adolescentes jugando con patinetas, son sujetos en lo Real, porque están nombrados, tienen nombres propios y los estoy llamando “adolescentes”, sé que adolecen de algo. El niño no es sujeto, comienza siendo Real cuando sus padres lo nombran, cuando lo cruza el lenguaje y se estructura la falta se convierte en sujeto, hasta entonces será sólo una bola de carne viviente (sin intención de ser peyorativo).
Estos chicos juegan con patinetas, que son objetos, objetos que son aparte de ellos y que cuando los guarden en un armario seguirán siendo patinetas, es decir que existen en la Realidad. Sin embargo para el adolescente el dominar el objeto es una necesidad, él debe ser amo. Este objeto a ser dominado significa algo, algo que existe, pero que no puede ponérsele nombre, el adolescente normalmente no puede decir que busca dominar un objeto porque así es el amo y señor de otra cosa.
En este caso dominar la patineta implica dominar la muerte, ser el señor de la muerte (recordemos las reliquias de la muerte de Harry Potter, curiosamente 3, Real como una piedra, Imaginario como una capa y Simbólico como una varita de sauco).
Es decir que la patineta como objeto tiene sentido en lo Real, está ahí, aunque su verdadero significado no pueda ser nombrado, pero nuestro adolescente aprendió que esa tabla con ruedas se llama patineta, unió su figura con su nombre, y al unirlos los llevo a lo interno, osea estos existen como algo Imaginario, entiende la patineta porque su lenguaje tiene la palabra patineta. Yo sé que no hablo del Símbolo en tanto significante paterno; como diría Lacán, el significante falo, quizá el único símbolo que merece llamarse tal, pero espero que los colegas me perdonen lo laxo del ejemplo.
Si el adolescente ve un dibujo de una tabla con ruedas lo identifica con la patineta, esto es Simbólico, osea, la patineta que existe en la realidad (puede ser llamada patineta) significa algo que es del orden de lo Real (porque es algo que no puede ser nombrado en tanto objeto que implica la muerte a ser dominada), por lo tanto existe en forma Imaginaria (significa lo innombrable en la mente del chico) y puede ser representado en forma Simbólica (un dibujo de la patineta).
El artista lo que hace es plasmar su síntoma (en tanto representación pulsional insatisfecha) en su obra, independientemente de su vertiente artística lo que hace es vivir su síntoma en su obra (resto de las heces del obsesivo?).
Muchos artistas por lo tanto representan en su obra la muerte del deseo, deseo entendido como aquello que va del ello al jinete (yo), o representan la pulsión enferma, el artista pone en un lenguaje Simbólico aquello que es del orden de lo Real.
Por eso el artista propone un hiperrealismo, osea un realismo que supera la realidad misma. El artista plasma en su obra aquello que otros sacan a luz a través de otros síntomas, pero con alusiones menos entendibles y más difíciles de analizar, no propongo con esto que el artista sea un analizando transparente. Si el artista es frustrado su síntoma sale de otra forma, quizá salga como en nosotros, pobres y neuróticos mortales.
Ahí está la discusión de la habilidad artística, dibuja, aunque sea feo lo que dibujas, pero dibuja siempre, me decía un artista cuyo síntoma estaba en la vertiente de la economía y la fama.
Todo sujeto es un artista, la historia personal hace que se desarrolle o no, los aspectos biológicos hacen que se desarrolle o no, las cosas genéticas hacen que se desarrolle o no.
Y que acaso el arte no viene de las más oscuras representaciones pulsionales, acaso el arte no es fruto de la eterna tirantez entre ello y superyó, en el campo de batalla del yo, como lo demostró Freud en su 5ª. Conferencia de 1909 y la obra sobre Da Vinci de 1910, el arte es sublimatorio, y como tal recae sobre la pulsión y la desexualiza.
Melanie Klein va más allá, y dice que el arte no es solo sublimación, dice que también es reparación y juego, así por ejemplo si el niño encuentra en su devenir fuerzas destructoras, la creación artística se convierte en una forma de repararlas. Se viene a la mente un importante caso de una mujer enferma de psicosis en Argentina, el caso de la señora BB, que como fruto del proceso creo una famosa obra llamada precisamente “Analítica”. Ella es una famosísima escultora Argentina, que precisamente en el arte encuentra la forma de reparar la deteriorada estructura de la psicosis. No es el psicoanálisis quien expone el efecto reparador del delirio?

En el juego se vive un proceso similar, el juego implica creación, es una forma de “luchar”, una forma de superar el miedo, la frustración, una forma de asomarse al nudo borromeo quizá (véase mi ejemplo inicial).
Greenberg dirá que el artista crea un nuevo mundo, Rodulfo dirá lapidariamente que la hoja de papel está donde el diván aún no puede estar, la hoja es como un juguete donde se refleja la imagen especular.
Winnicott nos habla de objetos transicionales, osea objetos que nos ayudan a separarnos de la madre, una bella muestra de un objeto de la realidad que se convierte en un objeto real.
Quizá la obra nos impacte porque precisamente como expone Segal, la apreciación artística se mide desde el grado de identificación que yo sienta, lo bello es lo que nos habla de la armonía y la satisfacción, lo feo es lo que convoca el conflicto. Todos hemos escuchado dos expresiones sobre el arte: “no soy artista… pero esto me gusta” y “¿quien entiende el arte moderno?” Y es que el arte es hijo de su tiempo y como tal lo rescata.
Un crítico que contaba en su acervo la lectura de un seminario de Lacán y una obra Freudiana dijo que el psicoanálisis era fruto de un tiempo (Epoca Victoriana) y un país (Austria), estoy de acuerdo, sin embargo disiento de su teoría de una técnica de interpretación tan amplia que lo abarca todo y es suceptible de explicarlo con cualquier objeto teórico.
Porque eso sería como afirmar que de la pintura rupestre a la abstracción, pasando por el realismo, el dadaísmo, el surrealismo, el cubismo, etc lo que tenemos son artes diferentes y no es así, tenemos el mismo mecanismo, la obra final cambia, pero el movimiento no ha variado.
La obra también implica para el artista omnipotencia, recuerdan el ejemplo de la patineta? Pues la obra también es la dominación de un objeto, cuando un artista ama una obra (transferencia) sufrirá si alguien la maltrata o actúa con descuido, no por el valor del material, sino porque implica un ataque a un mundo del cual se es el amo y señor. Quizá el deseo que tiene el artista de poner su nombre en su obra?