Quiero hablar de un tipo
específico de anorexia, no es la anorexia claramente relacionada con lesiones
de la pituitaria[1], o
el efecto secundario de un medicamento.
Me refiero a la anorexia nerviosa, tal y como es descrita en el DSM:
·
La persona rechaza el mantener el peso normal
para su edad, trata de mantenerlo más abajo, generalmente un 15 %, aunque
pueden darse extremos.
·
Miedo intenso a ser obeso (aun estando por
debajo de su peso normal)
·
Alteración de la percepción del peso o la
silueta
·
Amenorrea (ausencia de al menos tres ciclos
menstruales, o cuando aparece la menstruación sólo con tratamiento hormonal)
·
En casos avanzados aparece un vello suave en el
cuerpo, llamado lanugo
Esta enfermedad de por si complicada de
tratar, adquiere la categoría de virtud, cuando se trata de ciertas santas
católicas, algunas seriamente enfermas, pero elevadas a los altares. Siempre se ha dicho que la anorexia es un
subproducto de una cultura que ensalza imágenes de cuerpos estilizados,
irreales en muchas culturas, o de las “religiones de la comida”.
Pero qué pasa cuando la enfermedad
recibe la sanción eclesiástica y sus síntomas son símbolos de virtud y
recato. Santa Teresa de Ávila, por
ejemplo, usaba una ramita para provocarse el vómito y así recibir la ostia sin
miedo a rechazarla porque tenía el estómago lleno.
Y es que esta “santa anorexia” es el
producto de un deseo de liberación de la mujer de una cultura eclesiástica
completamente falocéntrica[2],
básicamente la idea acá sería: no necesito de un hombre para comunicarme con
dios, yo a través de mi síntoma puedo comunicarme directamente con él. El ser sierva de dios es no ser sierva de
ningún hombre, el conquistar (eso creían) mis deseos sexuales, el dolor o la
fatiga era ser ama de sí misma.
Por ejemplo, la doctora de la iglesia,
una de las más famosas anoréxicas: Santa
Catalina de Siena (Catalina Bonincasa), se casó con Jesucristo, el cual usó la
piel cortada de su prepucio como anillo de bodas, y recibía, como esposa que
era, comunicaciones directas. Ella hacía
penitencias tales como meterse espinas en la garganta para no comer o vomitar,
o vencía el asco tomándose la pus de los enfermos. Pío XII la declaro santa en 1461, Pablo VI la
declaró doctora de la iglesia en 1970 y Juan Pablo II la nombró una de las
santas patronas de Europa en 1999.
Otro elemento importante acá y que ha
sido terriblemente productivo para la religión en especial la católica es la
culpa. Catalina Bonincasa fue la hermana
24 de 25 hermanos, su gemela sobrevivió unos meses (Giovanna), es conocido como
existe un porcentaje de culpa que es arrastrada por los sobrevivientes. Años
después su hermana mayor (Bonaventura) fallece mientras da a luz (1362), cuando
Catalina tiene alrededor de los 15 años; a partir de acá, su familia enfila sus
baterías al matrimonio de Catalina. A Catalina la quieren casar con Niccolo
Tegliacci, el viudo de su hermana. Cuando
tiene 16 muere su hermana Nanna. Y su madre enferma y muere poco después.
Catalina le dirige una oración a
dios: Padre, esto no es lo que me
prometiste, me dijiste que toda mi familia sería salvada. Ahora mi madre ha
muerto inconfesa; te pido que me la devuelvas.
Esto es lo que quiero y no me moveré de acá hasta que no lo hayas hecho.
En el inconciente de Catalina ha
ocurrido la muerte de las rivales edípicas, esto implica la satisfacción de un
deseo pero también la culpa que trae este deseo aparejado, porque se trata del
prohibido incesto. Ya antes de esto la
habían tratado de casar a los 12 años, Catalina se cortó el pelo y fue
castigada por sus padres.
Sus padres terminaron “entendiendo” la
actitud de Catalina y permiten que siga su romance con Jesucristo, le devuelven
su cuarto privado donde Catalina se encierra 3 veces al día a flagelarse, una
por sus pecados, la otra por los pecado de los vivos, y la otra por los pecados
de los muertos.
A partir de los 16 años, la alimentación
de Catalina es completamente austera, pan, agua y vegetales crudos,
básicamente. A ella nunca le gustó la
carne y ahora incluso le repugna su olor.
Llamo la atención sobre esto porque tenemos una relación clara entre
matrimonio, flagelación, carne y sexo.
Ya apuntada por Freud, por lo que no me detendré.
Es preocupante la forma en la que la
culpa apuntala a la religión desde del principio de la misma. Siguiendo la teoría, esta pobre mujer, cuya
enfermedad la elevó a los altares, debe haber sufrido un fuerte trauma. Viendo la sintomatología y la forma en la que
el cuerpo habla por ellas, uno podría suponer que se trata de un trauma
posiblemente sexual.
Si revisamos la vida de Catalina, nunca
se discutió al respecto, el interés de la iglesia estaba en declarar si estas
manifestaciones eran de dios o del diablo.
Precisamente se rescata el elemento de la mujer que habla mediante el
síntoma en una sociedad que no se lo permitía.
Lastimosamente el sufrimiento, la culpa y la enfermedad mental siguen
menudeando en los santos modernos, como la terriblemente perversa Agnes Gonxha
Bojaxhiu.