viernes, 21 de febrero de 2014

Nostra Maxima Culpa, las culpas de una iglesia pedófila

Hemos hablado de Dios, de la Iglesia, de la humanidad de hoy y, sobre todo, del hecho que la Iglesia somos nosotros mismos y que en este camino debemos colaborar todos
Benedicto XVI


Imagino que mucha gente conoce el documental Mea Maxima Culpa, de ahí sale el título de este post. Durante años la iglesia católica ha tratado de mostrar que los escándalos en los que a menudo se ve en vuelta, no son los miles que se reportan sino un puñado insignificante que, según ellos, de ninguna manera entorpece la monumental obra social que realizan, algo así como “bajas aceptables”, por ejemplo hablan de 42 condenas en 50 años, y que el mal accionar de un puñado de curas no puede disminuir la labor de cientos de miles por el planeta.

Claro que el asunto se les complica cuando vemos que miles de estos casos no llegan a juicio, cuando se les recuerda que la arquidiócesis de Boston se fue a la quiebra luego de pactar muchos casos (más de 42 sin duda) y gastar muchos dólares.

El asunto es como se maneja la culpa, si pensamos en la complicidad esta es una figura que envuelve a la persona sin cuya cooperación no se hubiera cometido el delito, se divide en dos: el cooperador necesario; que es el sujeto sin cuya cooperación el delito no se hubiera efectuado; y el cómplice propiamente dicho, es decir, el sujeto que es aquel sin cuya cooperación no se hubiera cometido el delito. Para poder hablar de complicidad debe hacer concurso de voluntades, es decir un acuerdo antecedente (anterior al hecho), concomitente (durante el hecho) y subsiguiente (acuerdo para que el comete el crimen actúe a posterior.

Si la iglesia católica, y según sus principios, entiendo como tal a todos los feligreses, ha conocido previamente el actuar de algunos de sus curas a la hora de abusar sexualmente de niños y niñas, sabiendo incluso que algunos de ellos presentaban actitudes pederastas desde el seminario, cumple con el requisito de ser antecedente, si ha mantenido en sus puestos a los curas implicados, permitiendo que lo sigan haciendo y culpabilizando a las víctimas en su intento de aparecer como santas palomas, cumple con el requisito de ser concomitente, y si en lugar de llevar al implicado ante las autoridad o al menos dejar que las autoridades investiguen, colaborando con ellos y abriendo sus archivos, los cambia de parroquia para que sigan en lo mismo, cumple con el requisito de ser subsiguiente. Si un feligrés da dinero a esa iglesia, entonces ayuda a mantener este sistema. Por lo tanto no se daría el hecho si el feligrés con su dinero, trabajo y apoyo no lo hiciera posible, así que sería moralmente cómplice. Aunque legalmente no lo sea, porque no todo lo legal es justo…

Cuando el cura abusador manipula su realidad, o piensa que su santidad lo resguarda de lo perverso estamos frente a una vertiente psicopática, el daño social que produce nos ubica en una vertiente sociopática, es decir que el cura abusador reúne en uno sólo dos características de lo criminal.

Por lo tanto la culpa viene del afuera, de la mirada, porque el autor, al estar ubicado en lo psicopático lleva la culpa a la no existencia. Si acaso siente culpa, siente que traicionó algún principio de mater et magistra o de su sacerdocio, no siente culpa por hacer hecho pedazos la vida de una niño. Por otro lado la mayoría de los fieles se ubica del lado neurótico, en el mismo el placer se paga caro, se sufre, se accede al goce a través del dolor y la culpa. No sería entonces el cura abusador el lugar desde el cual se puede vivir un goce sin tener que sufrirlo. No sería el cura abusador una muy necesaria satisfacción vicaria?

Cumple el cura abusador con otro requisito, la marca de la perversión, donde se goza de manera directa, el goce es impulso que todo lo embarga y la supremacía. Ni siquiera el mandato del padre muerto elevado a dios es suficiente. En el neurótico el acceso al goce es indirecto generalmente, en primer lugar es la satisfacción del síntoma, el beneficio primario de Freud, la representación pulsional que adquiere una muy supuesta pureza, suficiente para el superyó, en el abuso al niño vuelve el deseo de lo reprimido, vuelve la postura que vemos dibujada en “Pegan a un Niño” de Freud. Por eso el creyente escribe insultos como respuesta, por eso se engaña, por eso opone la inocencia de algunos frente a la culpabilidad de otros. Es este un obvio mecanismo de defensa? Pero por definición el mecanismo de defensa fracasa, quizá la imparable caída de la iglesia católica sea un símbolo del fracaso…

Expone Lacán que el neurótico se angustia ante el deseo del Otro, por motivos harto conocidos no explicaré esta transformación en angustia, en especial porque ya lo he hecho en otros post, así que satisfago el deseo de hacer que la gente lea. Por eso el cura abusador no necesita de la religión, no necesita del jefe en Roma, de los trajes caros, de la vida lujosa o de su dios; su complemento natural es el fiel complice.

Esto da harta cuenta de la necesidad del hombre de crear una religión y por consiguiente de inventar a dios.