martes, 9 de marzo de 2010

El video de mis horrores


Las personas tenemos que relacionarnos con la realidad desde el tamiz de nuestro deseo, es decir, que a veces eso que llamamos realidad no es tal, y si pensamos bien, hay tantas de estas “realidades” como personas existen en el planeta, podríamos decir que cada quien ve las cosas a su modo.

En esta “realidad” (lo real) encontramos cosas que son amenazantes para nuestro yo, algunas son amenazas que vienen de afuera, otras son cosas que vienen de adentro, citando un libro: “…non est diabolus… dice el necio en su corazón, pero sabe que no es necesario nada más horrible que tu mismo para que yo exista”.

Nuestro yo (moi) necesita por lo tanto que existan mecanismos que lo defiendan de esta segregación, estos son los mecanismos de defensa, dentro de ellos hay uno de características sumamente arcaicas, llamado proyección. Una forma de decir, como los poetas que escriben “ese árbol llora la tristeza…” en lugar de decir “estoy triste”.

Precisamente en esta proyección es donde se funda la transferencia, y las cosas, si se me perdona la digresión, de ese mundo interno (innenwelt) se arrojan a al mundo externo (umwelt). El título de este trabajo es una forma de cumplir con la promesa de explicar a un amigo porque un video inocuo le causa pánico. Espero que perdone que, como dice la canción, “mal y tarde estoy cumpliendo la palabra…”

Sin embargo tomaré para su mayor claridad un caso más ilustrativo de la proyección y su interacción con otros mecanismos de defensa. Me refiero al caso Schreber. No me extenderé en este caso, cuyos antecedentes pueden ser fácilmente buscados en la red, ni tampoco en el libro “Memorias de un Neurópata” escrito por el magistrado Schreber.

Simplemente haré una sucinta referencia, se trata de un hombre de mediana edad, aquejado, según lo expone Freud, de una psicosis paranoica, este hombre tiene, una de muchas, la creencia de que el doctor que lo atendió en un periodo de su enfermedad está divido en dos, uno superior o bueno y otro inferior o malo. Como antecedente vale mencionar que la esposa del magistrado Schreber tiene en alta estima a este doctor y le agradece profundamente los cuidados dispensados a su marido.

El análisis del caso revela que el mismo magistrado Schreber también sentía atracción hacia este doctor, por lo tanto lo que está haciendo es proyectar este deseo sobre dos productos externos, un hombre hecho a la ligera, como lo llama, que encarna el doctor bueno y el deseo perseguidor y de contenido homosexual. No en balde el ensayo freudiano: “Sobre el mecanismo psíquico de los celos, la paranoia y la homosexualidad”.

Permítaseme echar mano del concepto de forclusión instaurado por Lacán, esto implica un rechazo al significante fundamental, que en lugar de estar integrado en el inconsciente en forma de represión (otro mecanismo de defensa), está puesto fuera del sujeto en un objeto alucinatorio. Foris-Claudere (fuero - cerrar) es decir forclusión implica el rechazo y la exclusión contundente. Es algo expulsado que vuelve en la percepción o el discurso alucinatorio. Esto me permite aclarar que el mecanismo básico de la psicosis no es proyectar “hacia fuera”, sino que lo que se acalló en el adentro, retorna desde afuera, así que no hablemos del video de mis horrores como la pantalla que en un fenómeno especular me sirve para ver lo que odio dentro mío. Pensemos más como una pantalla cuyo contenido es aquel que forma mi deseo y por lo tanto mi horror. Como diría Kristeva, lo abyecto que me seduce.

El video es aquel sitio en el que se forcluye mi deseo, en una especie de estructura que se erige frente a la mía y la estructura es "los efectos que la combinatoria pura y simple del significante determina en la realidad donde se produce" (Lacán).

Como ya lo había dicho antes, nadie nace hecho sujeto, es precisamente el nombre, la entrada de lo simbólico, en lo real y en lo imaginario lo que hace que el sujeto sea tal. Su nombre (compartido con su padre quizá, su apellido común…) le dan una historia y por lo tanto un guión. Diferenciación primaria lo llamaría Lacán, en la que el sujeto se va diferenciando del objeto en lo real (no en la realidad), pero para llegar a lo real tiene que surgir la demanda, deseo más significante primario, eso es lo que convierte la bola de carne viviente en sujeto.

Por eso a veces es necesario que una imagen soporte el peso del deseo, esto es proyección (he aquí porque dije que era arcaica), la proyección es una función de lo imaginario: El movimiento contrario ocurre, y algo viene a llenar ese hueco en la vida del sujeto en ciernes, esta es la introyección, pero esta sería por lo tanto una relación simbólica.

El video de mis horrores es tanto más horrendo en tanto más deseo, quizá a veces también el gusto por el horror es una forma de proyectar. Pero el video de mis horrores debe ser sólo un paso, una digresión en la formación de un sujeto y nunca convertirse en la piedra de tropiezo del mismo.