sábado, 27 de diciembre de 2008

Agresividad, Patriarcado e Incorfomidad Humana en los actos violentos de las barras de futbol (un intento de Integración)

“Cuanto sentimos hoy el camino negado, el dolor, la invisibilización, los silencios cargado de soledad… de holocaustos… de muerte… de marginación”
Claroscuro


La sociedad se compone de diferentes seres, que viven en diferentes circunstancias. El acceso al poder, a los medios de producción y a la libertad en sí, dependen de su edad, su género, su dinero, en resumen, del acceso que puedan tener. La pertenencia al grupo exige una apuesta por la identificación con sus diferentes elementos, se pide el compartir los valores y la historia, se busca la psiquis comunitaria, lo que Marcuse llamaría la unidimensionalidad, es decir la anulación, esta implica la desaparición consciente de los problemas, la desparición del malestar en la cultura, y donde se siente precisamente este malestar, es decir, la desaparición del sujeto. (Marcuse, 1968).

Esta es una sociedad cerrada porque ubica todas las dimensiones de la existencia en una sola, lo que produce dos efectos: el primero es que todas las fuerzas de oposición anteriores están asimiladas y segundo llega a administrar y movilizar metódicamente, es decir, con control, los instintos humanos, lo que hace que los elementos potencialmente explosivos y contestatarios del inconsciente sean socialmente manejables. Esto refuerza la productividad, pues la “democracia” consolida más la dominación que el absolutismo. Una de las manifestaciones de esta postura es la violencia, no sólo en el aspecto presentado, sino en la fabricación personal que se hace de una imagen potencialmente reprimida. (Marcuse, 1968).

El dinero y el poder son elementos con vida propia, y como seres que están vivos exigen y buscan el dominio. Desde hace tiempo el fútbol se ha convertido en el amansalocos de los tiempos modernos. Su utilización se ha convertido en la forma de validar los diferentes elementos contradictorios de la sociedad, el estadio es el sitio donde las personas pueden gritar y hacer la catarsis necesaria de todos los problemas que viven.

Este deporte no solo implica la salida de sentimientos homoeróticos en una forma más o menos socializada, implica así mismo un sitio donde se puede vivir la violencia en su forma más brutal. Sin embargo socializada y sancionada afirmativamente por el establishment.

Es conocido por todos que los diferentes equipos futbolísticos mantienen económicamente las barras de futbol, cosa que ellos niegan, pero se sabe extraoficialmente que lo hacen. Es claro que el beneficio que obtienen radica precisamente en el desvío que hacen de la agresión que siente la barra hacia el equipo hacia el resto del mundo. (Perie, 2007).


El mal se muestra como una contradicción a la palabra y a la esencia humana, el problema es que los diferentes contenidos son asumidos unidimensionalmente como buenos. Esta bien el buscar la satisfacción de las necesidades, pues este es el contenido esencial de la liberación, pero a medida que se avanza hacia este punto, la libertad se convierte en una necesidad que cruza la satisfacción de las demás necesidades, y la agresión hacia las demás personas, el problema que es que se busca la satisfacción de unas necesidades ficticias impuestas por el sistema, por lo que en su definición no hay libertad en la búsqueda de esa satisfacción, siendo así que la búsqueda de una satisfacción sólo es la forma de perpetuar el sistema. (Marcuse, 1968).

En primer lugar tenemos que la gente se identifica en sus mercancías, ya no se sigue la lógica de la plusvalía de Marx, sino que se es el objeto que se posee, la identificación que se da con los diferentes elementos del fenómeno futbolístico se hace desde la objetivación, es decir, se toman los diferentes contenidos en un sentido material consciente: la perdida del rival, el trofeo que implica el objeto arrebatado al miembro de una barra diferente. Lo que significa que el mecanismo que une al sujeto con la sociedad esta basado en la identificación, en lugar de la solidaridad o la supervivencia como en el pasado. (Marcuse, 1968).

Sin embargo, aparte de esta dimensión en la que existe un control social que a afectado la capacidad de rebelarse desde sus mismas raíces, queda el ego como un espacio personal desde donde pueden nacer fuerzas de rebelión. (Marcuse, 1968).

Por ejemplo las guerras actuales lo que implican es la lucha de un grupo contra un sistema y la guerra sirve para movilizar una economía potencialmente detenida, manteniendo de esta forma un alto nivel de vida y por lo tanto una mayor unidimensionalidad, en tanto y cuanto es el mantener este nivel de vida impuesto la necesidad vital que se busca llenar. (Marcuse, 1968).

Esto también nos dice que en el capitalismo la racionalidad técnica se encierra en el aparato productivo, pese a una irracionalidad donde se apela a la satisfacción falsa de instintos que todos creemos como básicos. (Marcuse, 1968).

De acuerdo a esta lógica podemos ver que las cosas tienen ritmo, porque existen por sí solas y son las que definen al sujeto, y este ritmo se transmite al sujeto, a su cuerpo y a su alma. Ya ahora el sujeto no vive en el desempeño personal que, si bien era esclavizante, implicaba un lugar donde el sujeto podía vislumbrar sus contradicciones y a partir de estas buscar un cambio en su vida. Siguiendo la tradición de la filosofía griega, las diferente formas de existencia estarían marcadas por el movimiento, más adelante Descartes dirá “cogito ergo sum”[1], en la sociedad unidimensional la única existencia posible es la de la masa alienada. Por eso a los locos los encerramos y a los niños los educamos. El hombre se ve despersonalizado y para el establishment sólo es un número que nos habla de su postura de desvalimiento. (Marcuse, 1968; Frankl, 1979).

Se han tratado de dar diferentes explicaciones a la agresión en el hombre, las teorías deterministas la ven como algo innato, siempre existente, que puede ser disparado en las circunstancias adecuadas. (Fromm, 1975).

Sin embargo Fromm señala como la pasión dominante del hombre sea el amor o la destructividad depende en gran parte de las circunstancias sociales, estás operan en relación con la situación existencial biológicamente dada y las necesidades que en ella tiene su origen, y no con una psique indiferenciada, como supone la teoría ambientalista. (Fromm, 1975).

Fromm por su parte hace la distinción entre "agresión biológicamente adaptativa, favorable a la vida y benigna, y agresión biológicamente no adaptativa y maligna". El (la) ser humano (a) está dotado de las mismas "herramientas" fisiológicas que ciertos animales superiores, que le permiten responder ya sea atacando o huyendo ante las amenazas a sus intereses vitales. Pero hay un rasgo determinante a la hora de establecer diferencias entre el ser humano y las demás especies: el hombre es el único animal para el que la muerte y la destructividad pueden convertirse en un fin en sí mismo; puede causar placer en quien la ejerce y puede volverse, inclusive, biológicamente perjudicial. (Fromm, 1975).

Podría decirse que la explicación de este segundo tipo de agresividad es el motivo fundamental de los análisis de Fromm. Su tesis básica es que la hiperagresión del ser humano --en nada semejante a la agresividad instintual de los animales-- hunde sus raíces en las condiciones existenciales del hombre. Pero antes de entrar a la explicación de ésta, conviene detenerse un poco en sus consideraciones acerca de la agresión benigna. A este respecto, el autor propone toda una tipología que no viene al caso detallar aquí. Tal vez convenga sólo precisar que, dentro de esta categoría, Fromm establece la subdivisión entre seudoagresión y agresión defensiva. En la primera rama ubica a aquellos tipos de agresión cuyo objetivo no es causar daño o destruir al propio individuo o a otros; entre estos tipos tenemos: la agresión accidental, la agresión por juego, la agresión en tanto autodeterminación, decisión, "empuje", para llevar a cabo y a buen término una meta. (Fromm, 1975).

A la agresión defensiva pertenecen: la agresión que atenta contra la libertad --en tanto que la libertad, individual y social, ocupa un lugar preponderante entre los intereses vitales--; el narcisismo y la resistencia como desencadenantes de la agresión; y la agresión instrumental, dentro de la cual se inserta la guerra. (Fromm, 1975).

La agresión no es una entidad histórica que se valide a si misma, Quincy Wright , citado por Fromm, 1975, pone en duda la belicosidad como una función innata en el (la) ser humano (a), sino que es algo que se desarrolla con la “civilización”, precisamente porque esta impone un desequilibrio dentro entre el medio físico y entre grupos, por lo que el “espíritu guerrero” es un efecto del mismo.

Una de estas diferenciaciones se refiere a las guerras económicas y políticas que son aquellas que se enfocan en la adquisición de mujeres, esclavos, materias primas y tierras, o mantener en el poder a una dinastía o clase. Es precisamente esta la prueba de que la agresión no es innata, pues tendría una relación inversa al grado de civilización de los diferentes grupos humanos. (Fromm, 1975)

En el fondo lo que subyace es una lucha por el poder, visto como una relación de fuerzas, una situación estratégica en una sociedad determinada, el poder es un ente que no está localizado en una institución específica que impregna todas las relaciones sociales. Este es el concepto que lo ubica como uno de los principales representantes de la teoría Queer. (Foucault, 1976).

“El poder está en todas partes; no es que lo englobe todo, sino que viene de todas partes. No es una institución, no es una estructura, no es cierta potencia de la que algunos estarían dotados. El poder: "es el nombre que se presta a una situación estratégica compleja en una sociedad dada". (Foucault, 1976 pág. 113).

Para Fromm, lo que nos hace comunes no es nuestra parte consciente, sino aquellos contenidos inconscientes que compartimos con las demás civilizaciones, lo que llama experiencia humana primaria, Freud habló de un contenido universal (complejo de Edipo), Jung habló de un inconsciente colectivo. Desde este punto explica también el fenómeno de la sugestión donde se brinda un sistema coherente de orientación, es decir que toca las fibras íntimas y las hace conscientes, es la necesidad de devoción, de creer en algo. (Fromm, 1975)

Una de las necesidades humanas es el Raigambre, es decir la necesidad de establecer un vínculo, para no sentirse desorientado por falta de lazos, en este punto puede caer en la relación consigo mismo, aquí se convierte en todo su mundo, esto implica aparte del narcisismo una forma de sadismo, no me importa hacer cosas a los demás porque no existe nadie fuera de mi, son objetos. (Fromm, 1975)

Tenemos también la Unidad, el hombre necesita establecer su unidad consigo mismo y con el mundo natural y humano, en algunos casos recurre a las drogas, a los trances, a las orgías sexuales, etc. Puede tratar de identificarse con un animal como en las religiones primitivas. También se puede conseguir la unidad subordinando todas las energías a una pasión que lo consume todo, como la de aniquilar, la del poder, la fama o la propiedad. La forma más sana es el desarrollo del amor y la razón. (Fromm, 1975)

Otra cosa que necesita el hombre es la Efectividad, no sentirse como un títere frente al mundo, sino apostar por ser efectivo, o sea, poder actuar sobre el mundo que le rodea, ser efectivo es la prueba de que uno es. (Fromm, 1975)

Tenemos también la necesidad de Excitación y Estimulación, se refiere a estímulos que provocan que el ser humano, a nivel biológico (cerebral) se necesita la excitación, muchas personas recurren a estímulos como accidentes o escenas violentas para lograr aumentar este nivel de excitación. (Fromm, 1975)

Cada institución socializadora maneja un discurso normativo, y por institución socializadora, no se debe entender las oficiales, se refiere a la familia, la cárcel, la escuela, el manicomio, etc. Estas instituciones no sólo dictan las normas, sino que también se encargan de desarrollar toda una serie de castigos para los infractores. (Foucault, 1976).

Respecto a la sexualidad Foucault habla de la misma como algo que siempre esta presente en su ausencia al interior del discurso. Sin embargo, ésta supuesta libertad sexual se enfrenta continuamente al "control sobre los cuerpos vivos", y el derecho de espada, la muerte, típica de sociedades disciplinarias, ha cedido el paso a la "interiorización de la norma", mecanismos más acordes con las sociedades de control en las que vivimos. Por tanto, el autor concibe el discurso sexual y la libertad sexual "lograda" en las últimas décadas (o sencillamente deseada por aquellos que defienden la libertad) como un dispositivo falso, que pretende distraer de lo que debe ser verdaderamente objeto de lucha en nuestra sociedad: el control sobre nuestros propios cuerpos, sobre nuestros deseos y pasiones: la destrucción del bio-poder. (Foucault, 1976).

Esto en parte explica los siglos de la “historia robada” que han sufrido las mujeres como un grupo al que se le ha negado su poder, y se han minado sus capacidades. La misma justificación de sexo débil es una forma de soslayar la potencialidad de las mujeres. (Leerte, N et al, 1996).

Una de las cosas que le faltan a la sociedad es la tolerancia, y conflictos que podrían ser paliados de otra forma sólo encuentran solución en actividades violentas, la falta de tolerancia justifica las guerras, y el punto de vista personal de aquellos (as) que piensan que se rigen por la defensa de sus “valores” es lo que impera, tristemente estos valores son al fin de cuentas los del establishment y la gente piensa que son los suyos. Ademas el respeto a la individualidad socializada, a fin de cuentas la independencia, el apostar por las capacidades humanas, darles a las personas su espacio y respetarlos, siendo consciente que nadie tiene el derecho a limitar o desintegrar el espacio vital de nadie. (Hobsbawn, 2006; Leerte, N. et al, 1996).

La misma decisión que justificó el aniquilamiento de millones en Hiroshima y Nagasaki no fue el conseguir la victoria, esta ya estaba segura, sino que se hablo de una forma de salvar vidas estadounidenses, pero en el fondo subyacía el deseo de evitar que la URSS se adueñara de parte del botín de guerra. Un botín que en última instancia se traducía en poder. Es la misma historia de las guerras en oriente, que se justifican en la lucha por la democracia, pero en última instancia es la pelea por el oro negro. El mismo caso de los ataques preventivos que realizan los israelíes en territorios árabes, la verdadera causa esta en el desviar la atención para dejar libre la realización de otras maniobras. (Hobsbawn, 2006).

Como una forma de identificación los clubes futbolísticos “grandes”, así como la selección nacional son el espejo donde los costarricenses se identifican, y como tal susceptible de las más variadas identificaciones. (Villena, 1998)

Se ha encontrado que la cercanía de los adolescentes a la primera división es inversamente proporcional a su capacidad de cuestionamiento, es decir, que mientras más se relacione un joven con los equipos de primera división menor será su capacidad de cuestionamiento, lo cual resultaría sumamente beneficioso para el gobierno. (Alvarado, 2006).

En su libro el hombre en busca de sentido, Victor Frankl relata como la apatía se convertía en un medio de defensa frente al destino inexorable y la falta de poder. Se rescata como también la intimidad se convierte en una necesidad y como a veces era necesario el apartarse de la muchedumbre para estar a solas consigo mismo, nuestra sociedad ha convertido la intimidad en un sueño difícil de alcanzar, estamos siempre en contacto con el Otro. (Frankl, 1979).

Según el autor supracitado el sentido de la vida no esta en la pregunta permanente por el mismo, opina él que este se ubica en el enfrentamiento responsable a las vicisitudes de la misma. El vivir es una búsqueda recíproca. El destino de la vida es comprender el sufrimiento, es enfrentarse a la desesperanza y la injusticia, aprender de nuestros errores, es abarcar la vida y la muerte como partes del mismo fenómeno. (Frankl, 1979).


Hace años los equipos “grandes” de nuestro país recurrieron a una “sabia” decisión, y a modo de los países suramericanos, fabricaron grandes barras de fútbol que agruparan a los (as) miembros (as) de las clases psicológicamente bajas de nuestra sociedad. (Perie, 2007).

Por ejemplo en la década pasada (1995), se creo la Ultra Morada, formada por fanáticos del deportivo Saprissa, en un inicio esta forma de organización fue aplaudida por las diferentes personas involucradas al deporte, pero con el paso del tiempo, este se ha convertido en un grupo lleno de violencia, al punto que ya cuentan actos extremos, como la agresión sufrida por un joven del equipo herediano a manos de otro joven vecino de Hatillo y que trabajaba para la municipalidad de San José que era miembro de la Ultra, o el vandalismo que sufrió el Hospital San Juan de Dios a manos de esta barra. (Vargas, 2007; Rivera, 2007; Calvo, 2008).

La agresión sufrida por el joven fue realizada con un destornillador en un enfrentamiento entre la Ultra (Saprissa) y la Garra (Heredia) en una pelea en el parque de desamparados. En joven agredido se encontraba bajándose del bus y la herramienta le perforo el pulmón y el hígado, la víctima se dirigía al estadio de Desamparados a presenciar un partido entre Heredia y otro equipo, que no era Saprissa. (Vargas, 2007).

En noviembre del 2007, en un partido entre la Liga y Saprissa, se suscitaron hechos de violencia entre las barras, que dieron como resultado un muerto, unidades de transporte público dañadas y amenazas a quien se oponía. (Rivera, 2007).

Además, la historia del fútbol en nuestro país nos muestra como este se ha convertido de un mecanismo gubernamental que “tapa” el endurecimiento de las condiciones de vida y de la forma en la brecha social se va ampliando. No es difícil recordar como la apoteosis de un gol realizado en un mundial de fútbol es apoyada (como hoy con el decreto de asuetos por partidos de futbol) por el gobierno, así la gente se vio imbuida en una celebración que se tradujo en el vandalismo y el colapso vial de San José, mientras que en un segundo plano se aprobaba un paquete de aumentos en el costo de la vida. (Villena, 1998).


En nuestro país como en el resto de mundo occidental, el sistema ha creado necesidades ficticias que se asumen como si fueran reales, por ejemplo el falso sentido de patriotismo y la lealtad que se le debe a un equipo de futbol. Al crearse las barras lo que se dio fue crear un espacio en el que las personas encontraran el sentido a la vacuidad yoica de la sociedad, fue un espacio vacío que se lleno con contenidos ficticios y bajo la proclama de que era necesaria su defensa.

Es interesante como los equipos de fútbol se convierte en validaciones perversas, es decir, la posesión del objeto material se convierte en equivalente a la posesión de la cosa, la cual no está formada por sujetos, sino que es un valor de mercancía, baste mirar el sitio web de la Ultra para darse cuenta como el valor de los sujetos se mide en términos de aquellos objetos que hallan podido obtener de los aficionados del equipo contrario y siempre y cuando en su consecución haya mediado la violencia.

No existe al interior de las barras una forma de velar por la independencia en el actuar o en el pensar de sus miembros (as), la validación de la agresión es la defensa de valores inexistentes pero que ofrecen un campo en el cual identificarse. Al interior de la barra el sujeto se convierte en un objeto, osea, se aliena y deja de ser una persona para convertirse en un integrante más.

La apuesta haciendo eco a Fromm, es por la agresión no adaptativa y maligna, donde la gente no huye o se enfrenta a la agresión, sino que la misma tiene su propio sentido, es la agresión por la agresión.

La lucha que se da es por el poder, un poder falso, pero que le da significación a sus vidas, esto es algo que está más allá del acceso al estudio o de la clase social, el mismo coordinador de la Ultra es estudiante de enfermería en una universidad privada.

Las barras de fútbol ofrecen la oportunidad de pertenecer (Raigambre), pero con el problema de convertir a los demás en objetos. En la barra sus miembros son uno y deben luchar por intereses comunes (Unidad y Efectividad).

Así mismo el partido, los cantos, las demostraciones de fuerzo proveen la Excitación y la Estimulación necesarias a los (las) participantes.

El discurso normativo de la institución futbolística se expresa en términos de una dependencia absoluta a los ideales del equipo, por encima de los ideales personales, la masa de la barra es el ambiente propicio y obligatorio para secundar los actos violentos.

En su amplia mayoría son los adolescentes los cuales presentan actos de mayor violencia; las investigaciones muestran que precisamente los adolescentes violentos son aquellos que tiene una mayor dificultad a la hora de adaptarse a los requerimientos burocráticos de las estructuras. (Alvarado, 2006)

Es decir que frente las contradicciones sociales a las que nos vemos expuestos por la desigualdad del sistema se convierten en un poderoso “impulso” que se acumula en la mente de los jóvenes y que luego se traduce en actos de violencia, que son la forma que tiene para dejar escapar estos montos agresivos. (Alvarado, 2006).

Otro punto interesante de la discusión es preguntarse si los actos violentos que protagonizan las barras de fútbol son actos humanos o actos del hombre, la distinción ético-axiológica que se le da a ambos conceptos es que los actos humanos son llevados a cabo por la parte racional, consciente del hombre; mientras que los actos humanos son los llevados a cabo por la parte animal-irracional del hombre, estos últimos por lo tanto no sería susceptibles de un análisis en términos de bien o mal, esto implica que el valor moral se encuentra solamente en los actos humanos, por lo tanto la violencia en el fútbol implica un acto humano objetivo (sin importar los elementos inconscientes) y susceptible de evaluación ética. (Dueñas, SA).

Dueñas nos dice: “Actuar libremente significa inclinarse, adoptar y realizar un valor, o rechazarlo. Cuando no existe uno o varios valores en la mente del individuo, su conducta va a estar orientada, no por valores, sino por instintos, reflejos, condicionamientos, hábitos, inclinaciones surgidas del inconsciente, presiones externas, etc.” (Dueñas, SA, pág.11).

Podría decirse que la violencia de las barras no es sólo agresión también es narcisismo, ya que como lo indica Fromm, una de las causas de la agresión defensiva es el narcisismo lastimado, y el narcisismo grupal fomenta la solidaridad y cohesión del grupo y hace más fáciles las manipulaciones al apelar a los prejuicios narcisistas, da satisfacción a los miembros del grupo y en especial a los que no encuentran razones para sentirse orgullosos y valiosos. (Fromm, 1975).

También vale la pena dar un pequeño acercamiento a la construcción de la masculinidad, como un discurso contrario al punto de vista psicoanalítico tradicional se propone la existencia protofemenina, es decir, el ser humano es esencialmente femenino, la tarea de separarse de esta feminidad y acercarse a lo masculino impone una separación que se realiza desde dos vertientes, en primer lugar el alejamiento de toda forma de afectividad y en segundo lugar el recurrir a la violencia como una forma de demostrar la dureza que aleja de la feminidad. Desde este punto de vista es claro entonces que la violencia que esgrimen las barras de fútbol, las cuales se componen en su mayoría de hombres, lo que busca es reafirmar la masculinidad. (Alvarado, 2006).

Tendríamos acá la figura de la violencia como una defensa frente a sentimientos “femeninos”. Siempre se ha considerado, y la historia patriarcal presenta una penosa crónica al respecto, que una de las características esencialmente femeninas es la carencia de poder, por lo que una sociedad que día a día quita el poder a sus habitantes los estaría feminizando. (Madrigal y Gallo, 2000).

Gándara, 1994, citado por Alvarado, 2006, nos comenta como los mismos cantos que usan las diferentes barras de los equipos de fútbol se enfocan en la presentación del jugador como un guerrero, es decir como una figura masculina insensible, llena de arrojo y de coraje que es capaz de soportar cualquier tipo de maltrato que se infrinja y el no hacerlo muestra un desvalimiento femenino.

Retomando el determinismo queda la sensación de que el sujeto que actúa en la masa futbolera no es consciente y por lo tanto inocente de sus actos, quiero llevar el punto más allá y hacer eco de la opinión de Fromm al decir que el individuo no es una persona destructiva por naturaleza o instinto, llega a este nivel por la avaricia y el deseo de ser superior, el deseo de tener más es lo que lo inclina a la pasión del poder sin límites, llevándolo al sadismo. Siendo los conflictos reales entre los grupos la causa de las guerras y no la destructividad humana, tal y como lo indicaba Freud. (Fromm, 1975).

Como dice Frankl, anteriormente, el sentido de la vida no es algo que se encuentra, es algo que nos encuentra a nosotros, el hace la distinción entre neurosis psicógenas y neurosis noogenas, es decir las que vienen de la mente humana. (Frankl, 1979).































Bibliografía
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[1] “Pienso, luego existo”

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